La espiritualidad puede tener diferentes significados dependiendo de la situación en la que se está aplicando este término. Por lo general, se asocia con las creencias y con la relación.
Sin embargo, en un ámbito más filosófico, se relaciona con el interior del ser humano y con su razón de ser. Cuando una persona se hace preguntas como:
¿Quién Soy?
¿Por qué estoy en el mundo?
¿Qué ocurre cuando morimos?
¿Nuestra alma es inmortal?
¿Cuál es nuestro objetivo en la vida?
Es entonces cuando estamos dejando a un lado las leyes de la física, para meternos de lleno con lo espiritual. Podemos definirlo como la capacidad que tiene el hombre para poder encontrar respuestas que afectan a su manera de concebir el mundo y que, por lo general, la ciencia no es capaz de explicar.
Con lo espiritual también nos podemos referir a plano de la realidad oculto, un plano en el que todo es posible: aquí podemos ver a aquellas personas que ya no están con nosotros, es posible hacer hechizos y conjuros mágicos con aplicaciones en nuestra vida diaria, se encuentran fuerzas ocultas (tanto buenas como malas) …
Cuando algunas de vosotras, amigas mías, me hacéis alguna pregunta con el tarot, queréis un determinado ritual o que lancé un hechizo, lo que hago es hacer más fina la línea del mundo físico, con el mundo espiritual. Y esto es posible gracias a mis dones, así como con la realización de ciertas acciones.
En algunos momentos del año, como en “Año Nuevo” o “Halloween”, esta línea es mucho más difusa, por lo que los diferentes procedimientos esotéricos son mucho más potentes.
Tengo que confesarte una cosa: no entendemos ni un cuarto de lo que ocurre en el mundo esotérico, y probablemente nunca lo terminaremos de hacer.
Es por ello por lo que nos llama tanto la atención y porque cualquier hombre, independientemente de sus creencias, termina pensando en lo espiritual cada cierto tiempo.